Nacido en Dillenburg, en el Sacro Imperio Romano Germánico, en 1604, Johan Maurits van Nassau-Siegen era hijo primogénito del matrimonio de Johan VII van Nassau-Siegen (1561-1623) con Margaretha van Holstein (1583-1658). Por su parte, Johan VII era hijo de Johan VI van Nassau-Dillenburg (1535-1606), hermano de Willem I (1533-1584), de Zwijger (el Silencioso), Príncipe de Orange y uno de los principales líderes que actuaron en la formación de la República de las Provincias Unidas de los Países Bajos (Boxer, 2004: 94-95; Mello, 2006: 22-27; Mout, 1979: 14-17).
Nassau pasó su infancia en Siegen y poco se sabe sobre sus primeros años de vida. Cierto es que antes de ingresar en la carrera militar, Nassau tuvo, entre 1614 y 1619, un periodo formativo que lo instruyó en retórica, historia, filosofía, teología, astrología y matemáticas, la última esencial para el ejercicio de la guerra en aquel período. También aprendió idiomas como el francés, que hablaba fluidamente, latín y tuvo contacto con las lenguas italiana y española, que le serían útiles más adelante (Mello, 2006: 29-31; Mout, 1979: 13-38).
Debido a las oportunidades limitadas en su tierra natal y ante una coyuntura de conflictos – la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) corría en paralelo a la lucha entre neerlandeses y españoles en los Países Bajos -, Nassau continuó en el ejercicio de la guerra y abrazó una carrera común entre los jóvenes de la nobleza. Como resultado de las conexiones familiares con figuras importantes de las Provincias Unidas, Nassau consiguió en 1620 un puesto de alférez de caballería en el ejército de la República. Participó en asedios y conquistas de fortificaciones en la Guerra de los Ochenta Años, enfrentándose a tropas de España en Hertogenbosch (1628), Venlo, Roermond, Rheinberg y Maastricht (1632). Fue ascendido a capitán (1626) y coronel (1629) y posteriormente asumió un regimiento de caballería. Participó y tuvo papel importante en la conquista de Schenckenschans, en 1636, considerada una ciudad-fortaleza inexpugnable (Barléu, 2018: 77-78; Mello, 2006: 35, 39-41).
La exitosa carrera militar de 16 años en el ejército de la República y los vínculos de parentesco sirvieron a Nassau – de Braziliaan (el Brasileño), como fue conocido posteriormente – como un trampolín para conseguir el puesto, en 1636, de mando general de tropas y gobierno de una colonia establecida por la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales (WIC), en la costa del nordeste de Brasil. La Compañía le ofreció condiciones ventajosas. El sueldo era elevado y se sumaba a lo que él continuaría recibiendo por el puesto de coronel del ejército de la República. Tendría también una ayuda de costo para los primeros gastos y 2% de todo lo que se confiscase en Brasil (Boxer, 2004: 96-97; Mello, 2006: 50-51).
Motivada mayoritariamente por el control de la mayor zona productora de azúcar de Brasil, la WIC conquistó la capital de la capitanía de Pernambuco, Olinda, y su puerto, Recife, en 1630 y, desde allí, lucharon para expandir sus fronteras en la región, incluso con la conquista de lugares clave en el territorio. Grupos de tropas de la Monarquía Hispánica atacaban sin cesar las áreas ocupadas por la Compañía y mantenían sus fuerzas limitadas a algunas porciones del litoral del territorio. Solo en 1633, con el cambio de estrategia de los comandantes, así como el debilitamiento de las fuerzas de resistencia locales, las tropas holandesas comenzaron a ocupar el interior, ampliado con la caída de posiciones de la Monarquía Hispánica en las capitanías de Río Grande (1633) y de Paraíba (1634), de un puerto en el Cabo de San Agustín (1635) y de un campamento en las proximidades de Recife (1635) que concentraba las fuerzas que imponían un fuerte cerco a la posición de la Compañía desde 1630 (Miranda, 2020: 4-6; Mello, 1998: 33-35; Mello, 2010: 71-151).
Nassau llegó a Brasil a principios de 1637, acompañado de un refuerzo en efectivos y embarcaciones. Tenía por misión dar continuidad a la expansión de la colonia, ya que hasta entonces había progresado muy lentamente, y actuar para expulsar las fuerzas de resistencia de la Monarquía Hispánica en la capitanía de Pernambuco, comandadas por el capitán principal y lugarteniente del donatario, Matias de Albuquerque (1595-1647), entre 1630 y 1635, por Don Luis de Rojas y Borja, entre 1635 y 1636, y, a partir de 1636, por Giovanni Vincenzo di San Felice, el conde de Bagnuolo (1575-1640). Las tropas causaban problemas continuos a sus adversarios neerlandeses, dejando el interior inseguro. Ingenios de azúcar destruidos, cañaverales quemados y esclavos fugitivos, formaban parte del paisaje de la zona interior en aquellos primeros años. El nuevo gobernador del Brasil neerlandés tendría que reorganizar el debilitado sistema productivo de las capitanías ocupadas por la Compañía, desmantelado duramente en el curso de la guerra entre 1630 y 1637 (Boxer, 2004: 45-93; Wätjen, 2004: 96-136).
Tan pronto como puso un pie en Brasil, Nassau dirigió sus tropas hacia una campaña dirigida a purgar la resistencia local de la capitanía de Pernambuco. Con el apoyo naval del almirante Lichthart, Nassau partió a principios de febrero hacia Alagoas, donde esperaba luchar con el conde de Bagnuolo, napolitano veterano de las guerras contra los neerlandeses en Bahía y que había participado en la reconquista de Salvador, en 1625. Retornó a Brasil en 1631 para tomar parte en la lucha contra la Compañía y fue designado maestro de campo general de las tropas de la Monarquía Hispánica en Pernambuco desde la muerte de Don Luis de Rojas y Borja en la batalla de Mata Redonda, en 1636.
Bagnuolo estaba estacionado en Porto Calvo con un ejército formado por portugueses, españoles, napolitanos e indígenas. Nassau, por su parte, contaba con el apoyo de los comandantes veteranos de la guerra en Brasil, Sigismund von Schkopp y Christofell Arciszweski, que ya se habían enfrentado a Bagnuolo en Alagoas. Arciszweski acompañó a Nassau desde Recife, mientras Schkopp los esperaba en Sirinhaém. Desde allí avanzarían en la persecución del conde de Bagnuolo (Boxer, 2004: 98-99; NL-HaNA_OWIC 52, doc. 18, 17-03-1637; Teensma, 2018: 279-286, 290-297; Wätjen, 2004: 145-146).
Nassau siguió sin interrupciones al encuentro de Bagnuolo, que concentró parte de sus tropas en el Forte da Povoação, en Porto Calvo, comandado por el teniente general de la artillería Miguel Gilberton, español veterano de la Guerra de los Ochenta Años. Sin intención de resistir, Bagnuolo abandonó Porto Calvo tras los primeros combates y dejó a Gilberton y a la guarnición de la fortificación bajo el asedio de Nassau, mientras huía en dirección a Penedo, en el río São Francisco, frontera de la capitanía de Pernambuco con Sergipe. Después de varios días de enfrentamiento y del envío de un ultimátum para la rendición, Gilberton pidió negociar con las fuerzas comandadas por Nassau y aceptó los términos impuestos por él. Dejaron la fortificación las tropas de españoles y napolitanas, así como los civiles (Teensma, 2018: 279-286, 290-297).
Bagnuolo fue perseguido por las fuerzas de la Compañía. Una vez en Penedo, decidió no ofrecer combate a Nassau y atravesó con sus hombres el río San Francisco, siguiendo en dirección a Salvador. Los soldados de Nassau pudieron ver a los efectivos del adversario cruzar el río, que se convertiría en la frontera meridional del Brasil neerlandés (Mello, 2006: 58-59; Teherán, 2018: 300-301). Este límite natural de la colonia neerlandesa se mantuvo hasta 1645, año de la insurrección de los colonos portugueses contra la Compañía. Todavía bajo el gobierno de Nassau fueron ampliadas las fronteras de la colonia. En su parte septentrional, Ceará sería incorporado en 1637. El proyecto de la Compañía también se extendería al ultramar, siendo conquistada Elmina (1638), en el África Occidental, importante para el proyecto de reestructuración económica de la colonia, que tanto dependía de mano de obra esclava (Miranda, 2020: 6).
Sin embargo, la proximidad de Salvador a los lugares bajo dominio neerlandés suponía un obstáculo. Desde allí y desde Sergipe partían ataques a la colonia neerlandesa, lo que continuaba llevando inseguridad hacia el interior. Las plantaciones de caña de azúcar fueron arrasadas y la Compañía nunca tuvo suficiente personal para proteger su inmensa colonia. Ni siquiera las alianzas con algunos pueblos indígenas fueron capaces de impedir los daños causados por los guerrilleros, que seguían adentrándose en las fronteras del Brasil neerlandés y atacando el interior (Mello, 2006: 71; Mello, 2001; Meuwese, 2011). La actuación de la guerrilla amenazaba duramente la necesaria reestructuración de la economía proyectada por el nuevo gobierno encabezado por Nassau. Por eso, la Dirección de la Compañía en la República lo presionó para atacar y conquistar Salvador. Incluso con tropas insuficientes para la misión y bajo el riesgo de dejar la colonia desprotegida, llevó a 3.600 hombres y 36 embarcaciones a la capital de Brasil en abril de 1638. Aunque causó destrucción en la zona azucarera cercana a la capital, Nassau fue incapaz de romper las defensas de la ciudad y se retiró amargamente de su primera derrota. Su relación con la Compañía nunca más sería la misma, pues ella lo responsabilizaba directamente por el fracaso en Bahía. Además, la incapacidad neerlandesa de conquistar Salvador tuvo un precio elevado para la Compañía, ya que resultó en el mantenimiento de una gran base que continuamente enviaba tropas para hacer inseguros los territorios neerlandeses, según se observa en la acción de guerrilla en los años siguientes (Magalhães, 2007: 229-243; Mello, 2006: 74-78).
En 1639, aun con percances políticos y fiscales, la Monarquía Hispánica preparó un contraataque y envió una armada luso-española con el objetivo de restaurar Pernambuco. Su comandante, Fernando de Mascarenhas, el conde de la Torre, lideraba una flota de aproximadamente 8.000 hombres y 87 embarcaciones. Sin embargo, enfrentando dificultades en la mitad del camino, la armada no partió directamente para atacar al Brasil neerlandés. Acabó por navegar para Salvador con el fin de esperar refuerzos y aprovisionamientos, retrasando el ataque hasta el año siguiente y perdiendo la oportunidad de reconquistar Brasil, dada la fragilidad de la Compañía después de la campaña fallida en Salvador. El conde de la Torre solo dejó Salvador en enero de 1640. Fortuitamente, vientos contrarios hicieron que su armada quedara a la deriva en el litoral. Una escuadra neerlandesa se aprovechó de esa dispersión para atacar a la armada que, imposibilitada de poner el grueso de las tropas en tierra, siguió hacia el Caribe. Solo un grupo de 1.200 hombres logró desembarcar en Río Grande y marchó, pasando por territorio enemigo, de regreso a Bahía (Mello, 2006: 81, 105-111; Mello, 2010: 195-202; Valladares, 2006: 37-38).
La guerra en la colonia neerlandesa de Brasil no se enfrió hasta 1641, después de que los portugueses iniciaran el año anterior un proceso de separación de la Monarquía Hispánica y, a continuación, acordaran un armisticio con la República de las Provincias Unidas. Nassau se aprovechó de la guerra entre portugueses y sus vecinos españoles en Europa y de la demora en la ratificación de la tregua entre neerlandeses y portugueses, así como en la llegada de la noticia en la colonia, para ampliar sus conquistas en Brasil, anexionándose Sergipe y Maranhão, y tomando de los portugueses Luanda y Santo Tomé, al otro lado del Atlántico Sur. Con tal conquista, aseguraron importantes plazas de la trata de esclavos, pero avivaron la revancha de los portugueses, que consideraron el ataque una traición al armisticio firmado en 1641. Los eventos de 1640 y 1641 tendrían su parte en la gestación del proceso que culminó en la rebelión de los colonos portugueses contra la Compañía, iniciada a mediados de 1645 (Mello, 2003: 39-44; Mello, 2006; 122-125).
Sin embargo, antes de la separación portuguesa de España, Nassau hizo tratos con el gobierno de la Monarquía Hispánica en Brasil, encabezado por Jorge de Mascarenhas, marqués de Montalvão. Mascarenhas había sido designado por Felipe IV como Virrey de Brasil, en 1640, sustituyendo a la junta gobernante que había ocupado el cargo dejado vacante por el conde de la Torre, destituido tras el fracaso en la reconquista de las capitanías del norte. Intentando mitigar los ataques de la guerrilla en territorios de la Compañía, Nassau dialogó, inicialmente, por vía de emisarios del clero secular de Pernambuco, con el obispo de Bahía, D. Pedro da Silva. Anhelaba que el obispo intercediera ante Montalvão, que a su vez estimuló la conversación para una tregua y al mismo tiempo despachó nuevas acciones contra el Brasil neerlandés. Las conversaciones entre Nassau y Montalvão también tuvieron otros rumbos y temas. Entre ellos, se sondeó al comandante de las tropas de la Compañía sobre la entrega del Brasil neerlandés a cambio de recibir un cargo de comando de tropas en Europa y de amplias ventajas financieras. Ese sondeo seguía instrucciones de Felipe IV, datadas en 1638, al conde de la Torre, antecesor de Montalvão. D. João IV siguió en la misma línea de acción. Las embestidas no rindieron frutos, como se sabe, pero algunas de las conversaciones resultaron en un intercambio interesante de correspondencias entre Nassau y Montalvão, así como en el intercambio de regalos, prisioneros y en la circulación de emisarios entre los territorios (KHA-A4-1454, f. 274, 21-10-1640; f. 287, 04-01-1641; f. 289, 29-08-1640; f. 291, 1640; f. 294, 06-12-1640; f. 298, 25-08-1640; f. 300, 1640; f. 310, 13-05-1641; Magalhães, 2010: 120; Mello, 2003: 47-49; Mello, 2006: 113, 117-121, 123-124).
El gran desafío de Nassau en Brasil, además de la conquista, mantenimiento y expansión del territorio fue reactivar la economía azucarera, como ya se mencionó. Con ese fin, su gobierno confiscó y revendió, a crédito, los ingenios abandonados durante el conflicto. La mayor parte de esos 65 ingenios confiscados, de un total de 160, fue comprada por neerlandeses, seguidos por un buen número de portugueses. Parte sustancial de ellos volvería a la actividad, siguiendo el eufórico momento de crecimiento en el comercio, afectado, sin embargo, por las investidas de la Monarquía Hispánica para la reconquista del territorio y, quizás lo más grave, por la caída del precio del azúcar en la República, a la vista del aumento de la oferta de productos en Europa. Entre 1638 y 1643, el azúcar, en sus variedades comercializadas, alcanzaría su valor más bajo (Mello, 1998: 456-457; Posthumus, 1943: 119-122; Wätjen, 2004: 437).
Los administradores de la Compañía y Nassau también enfrentaron el desafío de gobernar una colonia compuesta por pueblos de diversos orígenes y credos (indígenas, portugueses, africanos, judíos y una mezcla de europeos). Eran grupos de intereses conflictivos, pero Nassau consiguió reducir los desgastes con políticas conciliadoras, incluso en lo que respecta al mantenimiento de la tolerancia religiosa (Mello, 2011: 183-275; Israel, Schwartz, 2007). Desórdenes de carácter político, religioso y económico que surgieron entre los grupos terminaron por quedar latentes con la dimisión de Nassau, en 1644, y la composición de un nuevo gobierno, que se mostró incapaz de entender y solucionar los problemas de la colonia (Miranda, 2020: 14).
Otros aspectos rodean al gobierno de Nassau en Brasil y han despertado el interés de varios historiadores a lo largo de los años. Uno de ellos es sin duda la corte que lo acompañó a Brasil. Entusiasta de las artes y ciencias, contrató gente para registrar la colonia a través de la pintura y la cartografía, que garantizarían la perpetuación visual de su gobierno y de la experiencia neerlandesa en Brasil. Fue la primera gran iniciativa de documentación de Brasil, quizás del Nuevo Mundo, permaneciendo así por muchos años (Françozo, 2014; Corrêa do Lago, 2006; Vieira, 2019; Whitehead, Boeseman, 1989; Zandvliet, 2002). Además, le tocó a él la ampliación y urbanización de amplias zonas de Recife y de la Isla de Antônio Vaz, que crecieron con la llegada masiva de inmigrantes. También sería responsable de la construcción de equipamientos de uso de él, de su corte y de la población, por ejemplo del puente erguido para conectar Recife con la isla de Antônio Vaz, concluido al término de su gobierno, los jardines de su palacio, el ordenamiento de los barrios de Antônio Vaz, la construcción de diques, la pavimentación de calles y la elaboración de regulaciones útiles para la vida cotidiana de la ciudad capital del Brasil neerlandés (Mello, 2001; Oers, 2000).
Después de dejar Brasil, Nassau volvió a actuar en campañas en Flandes, entre 1644 y 1646, como teniente general de caballería de la República. Recibió también el mando de la ciudad de Wesel en 1644 y después fue nombrado gobernador de Kleef, Mark y Ravensberg, en 1647, posición que agregó al puesto en Wesel. En este año publicó Barleus Rerum per Octenium, un panegírico de los 8 años que había pasado Johan Maurits en Brasil. De su gobierno allí también son célebres los cuadros pintados por Frans Post y por Albert Eckhout, algunos de los cuales fueron enviados por Nassau como regalo a diversos mandatarios europeos, como el rey de Dinamarca o Luis XIV de Francia. Después del fin de la Guerra de los Ochenta Años, Nassau fue nombrado príncipe del Sacro Imperio Romano Germánico por el emperador Fernando III en 1653 y recibió el puesto de mariscal del ejército neerlandés en 1665.
En sus últimos años de vida, dirigió diversos efectivos contra las tropas del obispo de Münster entre 1665 y 1666, y contra los franceses entre 1672 y 1674. Con problemas de salud, Nassau pidió baja del ejército neerlandés en 1676 y quedó recluido en Kleef. Actuó todavía políticamente en la paz entre franceses y neerlandeses. Falleció en Kleef en 1679 (Mello, 2006: 276-277; Opgenoorth, 1979: 39-53).
FUENTES DOCUMENTALES
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- KHA-A4-1454. Arquivo da Casa Real, Haia, Fundo A4, Inventário 1454, f. 287, 04-01-1641. Carta de Jorge de Mascarenhas, Marquês de Montalvão, vice-rei do Brasil a Johan Maurits van Nassau-Siegen.
- KHA-A4-1454. Arquivo da Casa Real, Haia, Fundo A4, Inventário 1454, f. 289, 29-08-1640. Carta de Jorge de Mascarenhas, Marquês de Montalvão, vice-rei do Brasil a Johan Maurits van Nassau-Siegen.
- KHA-A4-1454. Arquivo da Casa Real, Haia, Fundo A4, Inventário 1454, f. 291, 1640. Carta do Governador Geral Johan Maurits van Nassau-Siegen a Jorge de Mascarenhas, Marquês de Montalvão, vice-rei do Brasil.
- KHA-A4-1454. Arquivo da Casa Real, Haia, Fundo A4, Inventário 1454, f. 294, 06-12-1640. Carta de Jorge de Mascarenhas, Marquês de Montalvão, vice-rei do Brasil a Johan Maurits van Nassau-Siegen.
- KHA-A4-1454. Arquivo da Casa Real, Haia, Fundo A4, Inventário 1454, f. 298, 25-08-1640. Carta de Jorge de Mascarenhas, Marquês de Montalvão, vice-rei do Brasil a Johan Maurits van Nassau-Siegen.
- KHA-A4-1454. Arquivo da Casa Real, Haia, Fundo A4, Inventário 1454, f. 300, outubro de 1640. Carta do Governador Geral Johan Maurits van Nassau-Siegen a Jorge de Mascarenhas, Marquês de Montalvão, vice-rei do Brasil.
- KHA-A4-1454. Arquivo da Casa Real, Haia, Fundo A4, Inventário 1454, f. 310, 13-05-1641. Carta de Jorge de Mascarenhas, Marquês de Montalvão, vice-rei do Brasil a Johan Maurits van Nassau-Siegen.
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Bruno Miranda (Universidade Federal Rural de Pernambuco)Cómo citar esta entrada:
Bruno Miranda. “Johan Maurits van Nassau-Siegen (Nassau)“. En: BRASILHIS Dictionary: Diccionario Biográfico y Temático de Brasil en la Monarquía Hispánica (1580-1640). Disponible en: https://brasilhisdictionary.usal.es/johan-maurits-van-nassau-siegen-1/. Fecha de acceso: 09/10/2024.